No me gusta Superman, pero a veces me gustaría romper yo
también con las leyes de la física y la lógica y hacer retroceder el
tiempo.
Me encantaría ir a ayer y obligarme a parar, que no vale la
pena, que da igual lo que haga porque de todas formas hoy voy a seguir
respirando. Ir un poco más atrás en el tiempo y decirle a mi madre que
el amor no es algo que se pueda forzar, que nadie puede obligar a nadie a
querer a nadie. Que lo siento, pero no.
Pedirle al chico de mis sueños que ni se le ocurra salir de mis sueños.
Pedirme a mí misma que ni se me ocurra soñar.
Rebobinar progresivamente el tiempo y hacer todas las paradas que hagan
falta. Como el autobús del cartelito rojo cuando va a Bonaire.
Decirle a R que no, gracias. Decirle a E que sí, por favor. Decirle a S que no, que no y que no. Decirle a T que ni lo piense.
Quisiera volver cada vez más lejos y pasar otra vez por todos los días
de mi vida. Decirle a mi primer novio serio con el cual la cosa no fue
tan seria que no me deje. Y después decirle que por favor no me pida
salir, que lo nuestro es imposible, que en realidad no le quiero.
Mirarme al espejo y verme bien. No fumar tanto. Beber un poco menos. No llorar. Sonreír de vez en cuando. Hablar.
Y por supuesto, y aunque esto no pueda hacerlo ni Superman,
me encantaría pedirle a la niña que fui que por favor no crezca nunca.