Oigo el crujir de mis huesos
como las escaleras al desván
de una casa encantada
de conocerte
Retumba el llanto en las paredes
de mi útero vacío y hace eco
—eco, eco, eco—
como si fuera un mausoleo
(No recuerdo haber enterrado a nadie en mi vientre)
Pienso en el último eclipse
que tuvo lugar cuando tu sexo
tapó al mío
La última noche cerrada
en tu boca
La última caricia
(No os voy a mentir:
sólo quiero hacer cosas para poder escribir sobre ellas)
Escribir sobre el viento en mi oído
el fuego entre mis brazos
el mar entre mis piernas
Escribir sobre la tierra
enredada en mis cabellos
los días que llevo sin peinarme
Las horas frente al espejo
contemplando este vacío
que está dentro de mí
Escribir sobre la tierra
—otra vez la tierra—
que rellena el hueco
como si mi vientre fuera una tumba
como si no hubiera otro sitio
donde poner la lápida
como si todo esto fuera un epitafio
y el llanto retumbara tanto en las paredes
que hiciera agrietar la roca
dejándola caer poco a poco
hasta el punto de romper mis huesos