miércoles, 30 de octubre de 2019

Los otros también mienten

Guardo todas las mentiras
que me han dicho
en el bolsillo
interior
de mi bolso.

Claro, que tengo más
de un bolso
y a veces
buscando
buscando
buscando
no encuentro la prueba
de tus mentiras.

Pero otras veces
con más suerte
con más luz
con más casualidad
resulta que los zapatos
que me he puesto
sí que pegan
con el bolso.

Es entonces cuando caigo
en la cuenta
de que la psicóloga
de la seguridad social
me daba cita
igual de pronto
que la psicóloga
de la clínica privada.

Es entonces cuando caigo
en la cuenta
de que al final
no te has acordado
de felicitarme el cumpleaños.

Es entonces cuando caigo
en la cuenta
de que al final
este año
tampoco vamos a acabarlo
de la mano.

sábado, 19 de octubre de 2019

TCC

La terapia cognitiva-
conductual
da por hecho
que me paso el día
consciente
de lo que pienso

(Pienso y luego siento)

Pero a veces no es así

A veces estoy triste
sin que una estrella fugaz
recorra el cielo
de mi mente

A veces estoy triste
y no ha ocurrido nada
salvo este continuo
permanecer erguida

A veces ojalá
estuviera muerta
A veces ojalá
no haber nacido
 
A veces ojalá
clavar más hondo
la cuchilla

A veces este pesar
se instala en mi pecho 
simplemente por haberme despertado
No estaba soñando nada
simplemente
no quería abrir los ojos

A veces me atraviesa
mientras veo la tele
A veces aparece
mientras
me masturbo

***

La terapia cognitiva-
conductual
también dice
que mi cuerpo
crea una respuesta
a las emociones

(Que yo actúo de una forma según siento)

Pero a veces no es así

A veces continúo
tumbada en esta cama
A veces continúo
sentada en esta silla
A veces continúo
mirando la película
A veces
continúo
masturbándome

No alzo los brazos
al cielo
No voy al baño a llorar
No te echo de menos
No intento suicidarme

No hago los deberes
No escribo en mi diario
No corrijo este poema
No intento
suicidarme

Estoy triste
simplemente

jueves, 17 de octubre de 2019

¿Ésta será mi vida a partir de ahora?


He mentido
He mentido descaradamente
y ni siquiera me arrepiento

Hay otros delitos más graves
Como hacerle creer a una persona que la quieres
cuando no la quieres

En realidad

dejé de cambiar de canal
cuando empezaron las noticias
el día en que empecé
a ir a trabajar

O quizá no

Quizá fue el día en que cobré
mi primer sueldo
El día en que empecé a ahorrar este puñado de cifras
para un futuro cada vez más lejos por llegar

Qué más da

Ya apenas utilizo la cartilla
Ahora hay una nueva aplicación
gastando espacio en la memoria
de mi teléfono móvil

Ahora evito gastos tontos
ropa que no voy a ponerme
libros que no me van a gustar
bocas que no voy a poder besar

martes, 15 de octubre de 2019

Qué invasión de mi intimidad es ésta


Qué invasión de mi intimidad es ésta
vosotros que preguntáis
cómo me encuentro qué me pasa por qué
lloro
Dónde he aprendido a lamer la herida
que ya no necesito vuestros abrazos

No sabéis lo mucho que me deprime
tener que explicar las cosas
Describir el dolor que me acontece
el vacío que me invade
las palabras las palabras
las palabras que no salen de mi boca
tener que decir por qué
lloro
(En realidad sí necesito un abrazo;
el abrazo de una persona en concreto)

He escrito tres libros
de temática muy distinta
y todos hablan sobre mí
se ríen
cuchichean
clavan
sus ojos en mi nuca
y yo los noto como un cuchillo
clavado
en el corazón
que me atraviesa la garganta
cuando intento alzar la voz

Así que no, no hace falta que preguntéis
vosotros que preguntáis
cómo me encuentro qué me pasa por qué
lloro
ya que yo todo lo escribo
todo lo dicto a este teclado
las palabras las palabras
las palabras fluyen de mis dedos
con tal de no tener que decir nada

domingo, 13 de octubre de 2019

Carta de disculpas


¿es real o suena dentro de mi cabeza, o soy yo misma, que lo digo en voz alta?

El cuento de la criada, Margaret Atwood


Te he dejado de hablar mil veces, pero nunca te das cuenta. Soy consciente de lo estúpida que sueno cuando te digo que pienso que me odias.

No me odias.

No me odias no me odias no me odias.

Yo sólo quería besarte antes de que te volvieras a marchar. Pero en su lugar puse mi mano en tu pecho y te miré a los ojos con una sonrisa triste una sonrisa melancólica una sonrisa horizontal.

Una línea entre mi nariz y mi barbilla.

Yo estaba ya al otro lado del umbral. Podría haber vuelto a entrar pero di media vuelta y terminé yéndome del todo. Podrías haberme retenido. Podrías haberme cogido de la mano haberme rodeado la cintura haber postrado tus dedos sobre mi hombro para hacer que volviera a girarme hacia ti.

Una línea entre mi cuerpo y la salida.

Pero no lo hiciste.

Hace tiempo que te debo una disculpa. (Lo siento lo siento lo siento). Pero para dártela primero debería contarte qué he hecho.

Y no quiero.

Mis compañeros de trabajo creen que eres mi novio. Por qué lo creen es fácil de descubrir: yo se lo he dicho. Ni siquiera sé si tú hablas de mí con tus amigos. ¿Hablas de mí con tus amigos?

Sé que la respuesta es no, pero a veces no estaría de más que me mintieras. Que me dijeras que te has despertado pensando en mí. Que me dijeras que cada vez que te pasa algo divertido te entran ganas de contármelo. Que yo también te gusto desde antes de conocerme.

¿Te he dicho ya que me gustas desde antes de conocerte?

Hace casi nueve años de aquello, pero aún hace que me tiemblen las manos de la emoción. El día en que por fin alguien tuvo la maravillosa idea de presentarnos. Ojalá tuvieras en mente nuestra primera noche juntos. Ojalá tuvieras en mente nuestro primer beso en aquel parque a la luz de la luna.

Ojalá tuvieras en tus manos este libro. Y leyeras este texto y supieras con seguridad que estoy hablando de ti. Que no puedo parar de hablar de ti. Que no puedo dejar de describirte. Que me es imposible no escribirte y que por eso nunca te enteras de cuando dejo de hacerlo para siempre.

Que no me odias.

No me odias no me odias no me odias.

viernes, 11 de octubre de 2019

(No recuerdo cuándo escribí esto)


Escribo a los hijos que nunca tendré que los quise.
Los quise con toda mi alma.

Tengo un arpa en el vientre que se ríe cuando le canto una canción. Tengo una voz espantosa que sólo le gusta a mi pequeño instrumento. Tengo unas ganas tremendas de acariciar sus cuerdas vocales y comprobar que no le falta la palabra. No tengo palabras para describir lo que siento. Siento una alegría inmensa al escuchar el grave canto de su pequeño tambor. Todo pasa tan rápido dentro de mí que tengo miedo de que el exterior no alcance nunca la velocidad correcta y decida dejar de intentarlo. Tengo miedo de este dolor que le acompaña. Tengo un arpa en el vientre a la que se le ha roto una cuerda. Tengo un dolor punzante alrededor de mi mundo o de mi ombligo. Tengo tantas ganas de llorar que apenas me contengo. Tengo frío y sangre en estas manos que ya no soporto. No tengo fuerzas para seguir con mi canción. Tengo un sueño vacío y un útero deshabitado. Tengo un sueño que no llega y un vientre desahuciado.