la fuerza de la gravedad aumenta a cada segundo –soy un cuerpo supermasivo– pienso que cualquier noche puede ser la última y ya no recuerdo cuándo fue la última vez que dije tu nombre cuándo rocé con los dedos la suavidad de tu espalda cuándo acomodé el rubor de mi mejilla en el acompasado vaivén de tu pecho ¿es este temblor fruto del añoro o es sólo un efecto secundario? ¿predice sin remedio la ascensión o es que estoy postrada sobre arenas movedizas? ¿habría llorado también aunque me hubiera atrevido a cogerte de la mano? la oscuridad es ahora enemiga y aliada testigo irreprochable del silencio tu rostro fragmentado se presenta en todos los rostros con los que me cruzo en todos los rostros a los que me enfrento en todos los rostros de los que me escondo tus ojos casi negros me persiguen y yo confundo la humedad de mis lágrimas con el cálido sudor de tus muslos ¿es ingenuo insistir en tu belleza después de tanto tiempo? ¿arrodillarme ante tu imagen mientras te creo con otra?
¿es acaso una señal?