A
Elena
Ahora
sé que las fobias son hereditarias
Ana
Castro - El cuadro del dolor
qué
me dices de todas esas cosas
que
observas con tus ojos
como
platos
lo
que absorbe tu cerebro
a
través de tus oídos
lo
que no viene recogido
en
tu ADN
qué
hay de todo aquello que no se duplica
como
una autoafirmación de lo bien hecho
o
una copia de seguridad de célula
a
célula
lo
que no atraviesa tu sistema nervioso
como
un haz de luz de espejo a espejo
ni
viaja a la deriva por tu mar rojo
sino
que penetra en tu piel
a través de lo que comes
a través de lo que tocas
a través de lo aprendido
me
verás llorar y llorarás
tú
también
me
verás callar y callarás
tú
también
me
verás temblar y no sabrás
por
qué tenemos miedo
por
qué esa forma tan astuta de comer que tienes
una
simple magdalena o la manera de darle vueltas
al
cola cao en la leche en el sentido contrario
a
las agujas del reloj o esa forma tan patética
de
esconderte en las escaleras y evitar a tus vecinos
antes
siquiera de compartir con ellos el ascensor
me
verás llorar y llorarás
tú
también
me
verás callar y callarás
tú
también
me
verás temblar y no sabrás
por
qué tenemos tanto miedo
por
qué hay una pared de cristal
que
te impide atravesar el umbral
de
la puerta del cuarto de baño
cuando
tus padres hablan sobre ti
en
la habitación de al lado
por
qué ya no recuerdas la combinación
del
candado que pusiste en tu boca
aquel
día en que sin querer hablaste demasiado
justo
cuando por fin crees que has encontrado
una
persona en la que confiar
me
verás llorar y llorarás
tú
también
me
verás gritar y gritarás
tú
también
me
verás huir y no sabrás
dónde
me he metido
de dónde nace esa urgencia
de pensarme soltando tu mano
al otro lado del balcón
de donde la manía de creerme
dormida
profunda y eternamente dormida
bajo el sudario
o esa necesidad de cruzar a la
otra acera
sin comprobar primero si vienen
coches
por la carretera
qué hay de todos esos pequeños
gestos
que repites sin saber lo que
significan
esas muecas vacías cuyo
significado
acabarás aprendiendo sin remedio
dentro de unos cuantos años
las ideas que se aferran como
dientes
bien firmes a tus encías las
ideas
que repites sin saber por qué
tu madre que tanto te quería
te ha enseñado a percibir
este dolor
Este poema es una respuesta a mi segunda psiquiatra, la doctora Elena cuyo apellido no recuerdo, tras decirme que había que tener cuidado con las adopciones, puesto que podían venirte niños con trastornos mentales.
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