El otro día le hablé a mi hermano de
Anne Sexton. Estábamos en la cocina, calentando el agua para el té, y
ella entró como Pedro por su casa en nuestra conversación. La comparé
con Dorian Gray (ella misma lo menciona en algún poema) y dije «a més el
seu cognom real és Gray»* para dar fuerza a la comparación.
Creo
que fue un sueño. Y si no fue un sueño ten por seguro que no estábamos
hablando de Anne Sexton. Pero entonces, si no hablábamos de Anne Sexton,
ya no recuerdo de quién estábamos hablando (alguien cuyo apellido de
nacimiento es Gray; ¿se te ocurre quién puede ser?).
Después
ya no recuerdo qué pasó, en ese sueño o en ese momento de mi vida que
ya no estoy segura de que ocurriera de verdad (¿esta frase está bien
construida?). Tampoco es la primera vez. Quiero decir que no es la
primera vez que confundo los sueños con la realidad, no la primera vez
que le hablo a mi hermano de Anne Sexton. Aunque, si es cierto que le
hablé a mi hermano de Anne Sexton, también es cierto que no fue la
primera vez.
Supongo que, si
de verdad fue un sueño, únicamente se debe a que es mi única lectura
actual y la tengo muy presente. Como cuando sueño que tú y yo volvemos a
vernos. No porque nos estemos viendo mucho últimamente (ja, ja, ja, sí,
la situación lo impide) sino porque te tengo muy presente. Ya sabes,
pienso mucho en ti.
Después
ya no recuerdo nada más (ay, esto ya lo he dicho antes, no me acordaba).
Quizá hundiera la bolsita de té en el agua y me fuera a mi habitación a
esperar. Quizá fuera a ver la tele. Supongo que harían algún capítulo
repetido de Lucifer. Quizá me despertara para apagar la alarma de mi
teléfono móvil y volviera a hundirme yo entre las sábanas para volver a
verte. Ya que verte despierta me es imposible.
*ES: 'además su apellido real [me refiero al de nacimiento] es Gray'
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