miércoles, 30 de marzo de 2016

Yazco en mi lecho como los animales

Las flores se ahogan por el abundante riego que les proporciono. Astromelias, crisantemos y siemprevivas. Todas muertas.

Acaricio su recuerdo de costado. Los cabellos cortos y negros. La nariz romana, la barbilla pronunciada. En un susurro. Por mí. La luna llena de. (No lo sabe ni ella). Me rodean el frío y el viento. Me lamen los ciervos, me acompañan los lobos. El sexo se vuelve un lago y las manos solo ansían abastecerse de esa agua templada.

Acaricio su recuerdo boca abajo. Lo beso. Me inclino hacia él. Me alejo. Me acerco de nuevo. Bailamos al son de la brisa entre las hojas de los árboles del bosque. Me balanceo. Somos la dulce melodía que surge de una caja de música.

Acaricio su recuerdo boca arriba. Es ya una caricia sutil y con un atisbo de dejadez. Apenas miro el cuerpo. Los ciervos se han marchado y han dejado paso a los lobos, que olisquean el cadáver putrefacto del recuerdo ya gastado y olvidado.

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