Los domingos por la mañana llego tarde a trabajar. No pasa nada: hoy es viernes. He ido a la Fnac en busca de un libro en concreto cuya autora,
título y portada no conocía, pero sabía que lo estaba buscando. Virginia
Woolf pasaba tumbada su primer día de menstruación y a mí me sabe mal
no tenerme en pie. Me he dado cuenta de que está feo prometer a
sabiendas de que no vas a cumplir, pero tampoco es obligado respetar
todo lo que dices. A veces una simplemente cambia de opinión. Ya no
quiero llorar. Ya no quiero estar sola. Ya no quiero hacer de mi piel la
sede de la agricultura. El problema es que los domingos por la mañana
tengo que ir a Plaza España a coger el 64 porque el 99 tarda más en
venir. Pero no pasa nada: hoy es viernes. He decidido no recrearme en el
pasado tantas veces que decidir no recrearme en el pasado es ya
recrearme en el pasado. Pero vuelvo como el sol por las mañanas. Seguís
confundiendo el condicional simple con el pretérito imperfecto del
subjuntivo y yo acabo de recordar qué libro estaba buscando. Cuando no
sé qué decir te beso. Cuando no sé qué decir cito a Alejandra Pizarnik.
Este año me estoy portando bien y apenas me hago daño. Pero cómo vas a
estar orgulloso de mí si no me has visto lamerme mi propia sangre de los
dedos. Los domingos por la mañana llego a trabajar pasadas las ocho
habiéndome levantado a las seis. Pero de verdad que no pasa nada: que
hoy es viernes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario